Las estrellas lucían como largas
líneas desde la ventana del despacho del capitán. Un hombre se hallaba de pie
perdido en la contemplación del infinito, había sido capitán de esa nave por 10
años y aun no acababa de sorprenderse con la vastedad del espacio. Miraba mas allá
de las líneas que se recortaban cuanto más lejos se hallaban de la nave hasta
volverse lejanos puntos casi inmóviles en el tejido negro del espacio-tiempo.
Diez años es mucho tiempo para recordar en un instante así que se dejaba llevar
por las líneas generales de sus recuerdos, destellos de sus misiones saltaban
en su mente sin ningún orden lógico: una boda tellarita, una fiesta vulcana, un
planeta rojo en llamas donde había contactado una especie de energía pura, su
casa en la lejana Baja California, su hermana Lynn. El súbito dolor del
recuerdo de su hermana muerta le trajo de vuelta a la realidad, volvían de una
misión especialmente tranquila en una luna minera de una colonia lejana. Era
raro que el Enterprise tuviera una misión así, como siempre su mente derivó a
su primera misión, su más doloroso recuerdo profesional, la primera misión como
capitán del Enterprise. Había sido uno de sus días más felices, pero
rápidamente se había tornado en un caos, ¿Qué esperaba?, ese era el precio de
comandar la insignia de la flota. Ese evento le había cambiado, sobre ese
fatídico día había construido su carrera casi arruinada, se había defendido con
uñas y dientes cuando quisieron quitarle el mando y había ganado por muy poco,
por el truco mediático de lo mal que se vería la destitución del capitán de la
nave insignia de la Flota Estelar, para algo debía servirle todo el
entrenamiento político que le habían inculcado.
- No
te preocupes – Le había dicho su tío – ¿Que se podría ver mejor que ser capitán
de una nave estelar en tu historia profesional?
Con esa pregunta había decidido
unirse a la academia de la flota y aunque no se destacó en muchas áreas siempre
mostró una sensibilidad innata por la diplomacia, la que finalmente le valió su
título honorifico y su aceptación en el cuerpo diplomático, aun cuando su
aspiración hasta el día de su primera misión como capitán del Enterprise era
ser político como su padre, no oficial. Llegado el momento las manos correctas
pusieron su nombre en la lista de aspirantes a Capitán y casi se frotó las
manos cuando se enteró que la insignia sería decomisionada para construir una
nueva, sabía que sería difícil ser asignado a la nueva Enterprise, pero tenía
que intentarlo. Finalmente sucedió que en 2293 fue asignado como capitán de la
Enterprise a pesar de no haber comandado una nave estelar antes, esto levantó
muchos rumores, la mayoría ciertos, sobre sus verdaderos intereses, quería ser
el primer capitán de la Flota en ser presidente de la federación, pero en ese
momento no sabía que nadie deja la silla del capitán jamás.
Y el destino se ensañó con él. En
su primera misión llevo a la muerte al Almirante James T. Kirk, ¿quién podría
cargar con ese peso?, al parecer solo él podía, los días siguientes a esa
misión estaban grabados en su memoria como en piedra, las interminables
preguntas, los miles de veces que escuchó las bitácoras explicando cada
palabra, cada suspiro y cada silencio. Repitiendo una y otra vez que la
decisión de la botadura había sido más mediática que técnica, hablando en
privado con almirantes que le acusaban de haber permitido que alguien más diera
su vida por su nave, recibiendo miradas acusadoras y mensajes de reproche.
Habían sido sus peores días, al principio quería borrarlos de su memoria,
cambiarlos a como diera lugar pero luego decidió que los haría su escudo de
batalla, si podía salir airoso de esto los votos lloverían sobre él y
finalmente podría presidir la federación. Empezó a escribir en su mente su
discurso de aceptación del cargo, el juramento de fidelidad a los principios de
la federación y a partir de ese día siempre que se sentía a punto de quebrarse
lo recitaba mentalmente, aun lo recordaba:
- Habitantes
de la Federación Unida de Planetas, en este día quiero darles las gracias por
su confianza….
El sonido de la puerta lo regresó
a la realidad y dio la orden de seguir mientras se sentaba en su escritorio.
- Capitán
Harriman, como solicitó le traigo el reporte final de la misión y un borrador
del tratado comercial con los Belaru.
Sonrió al ver a la joven cadete
que le extendía un padd entre dubitativa y asustada, había tenido días así en
la academia y sabía cómo se sentía.
- Gracias
cadete. Puede retirarse.
La cadete empezó a dar la vuelta
con lentitud como si estuviera perdiendo la oportunidad de su vida, parecía
luchar con su yo interno buscando desesperadamente un asidero para retrasar su
salida, Harriman se dio cuenta, alguien alguna vez le había preguntado si tenía
ancestros betazoides pues parecía adelantarse a las emociones de las personas,
él se reía y negaba, porque muy en su interior sabía que esa era una habilidad
política más que empática.
- ¿Quiere
resumirlo para mí? – preguntó mientras veía como la cara de la cadete se
relajaba y parecía tomar color de nuevo.
Los siguientes diez minutos
fueron un muy buen resumen de la misión donde cuidadosamente se abstenía de dar
impresiones u opiniones, un resumen ejecutivo impecable, definitivamente había
preparado esa respuesta, esto intrigó a Harriman aún más.
- ¿Cadete?
Ella se detuvo e hizo un temeroso
silencio hasta que entendió que preguntaba por su nombre.
- Marla
Miranda, señor
Harriman se recostó en su silla
para parecer más relajado.
- Cadete
Miranda, ¿quiere sentarse?
Con movimientos lentos y
temblorosos la joven se sentó frente al capitán mientras asentía con timidez.
- Es
un resumen impecable, verdaderamente impecable, pero no pude evitar notar que
omitió cualquier impresión personal. ¿Puedo saber por qué?
Harriman esperaba que la cadete
titubeara por eso se sorprendió al verla relajarse y asumir una posición más
firme.
- Capitán,
mi especialidad es la minería espacial, fui asignada por esta misión al
Enterprise para evaluar las reservas de mineral corbomite de las minas de Arken
IV.
El capitán se perdió el resto de
la explicación, carbomite, el fatídico mineral inventado por Kirk para salir de
problemas y que luego había sido usado para bautizar un mineral en su honor.
- Y
entonces al concluir que las reservas son suficientes creo que podríamos
establecer una presencia minera a largo plazo en Arken y por ello podría ser
necesario un puesto de avanzada…
La cadete se interrumpió
avergonzada al darse cuenta de que el capitán no le estaba prestando atención,
sin embargo, años de sutileza diplomática habían enseñado a Harriman a retener
lo necesario para no ser descortés.
- Y
por ello asumo que le gustaría ser asignada a ese proyecto, ¿Estoy en lo
cierto?
La cadete sonrió por primera vez
desde que había llegado, quizás esa había sido su intención desde el principio,
buscar una recomendación del capitán de la nave insignia para el cargo.
Harriman sonrió para sus adentros al ver asentir enérgicamente a la muchacha.
- Gracias
cadete, lo tomaré en cuenta en su reporte de desempeño.
La cadete dio por sentado que su
entrevista con Harriman había terminado y se empezó a poner de pie para
retirarse. Estaba casi de pie cuando el capitán se levantó rumbo al replicador.
- ¿Le
gustaría acompañarme a tomar el té cadete?
Ante la cara de confundida
sorpresa de Marla Miranda el capitán no pudo evitar sonreír.
- Muchas
veces a los capitanes se nos ve como inalcanzables y lejanos, me esfuerzo por
romper ese paradigma, una de las actividades que nos hace ver más humanos es la
comida, por eso me gusta compartir estos momentos del día con mi tripulación.
Marla Miranda sonrió mientras se
acercaba al replicador.
- Me encantaría un té de menta, si es posible – Dijo
- Serán dos entonces, hace mucho no tomo té de menta.
Continuara...
interesante
ResponderEliminarEl primer comentario. Sid val, gracias por visitar nuestro blog, el próximo sábado la historia continua.
EliminarO.k es un buen comienzo, no se si pintar a Harriman mas como un político que como un oficial de Star Fleet sea un método para redimirlo (ante el fandom) o si por el contrario lo termine de hundir dada la imagen de los políticos, pero me gusta el primer capitulo y estoy listo para leer el segundo.
ResponderEliminarCiertamente Juan, un Harriman divido entre su deber como capitán y sus aspiraciones políticas es intrigante... esta relato pinta bien.
EliminarY ahora ¿Qué pasa? Me tramó
ResponderEliminarLirian, muchas gracias por tu comentario. El próximo sábado saldrá la siguiente entrega, así que hay que estar atento al blog. LLAP
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