sábado, 25 de agosto de 2018

Retorno al Puente - Capítulo 11 – El tiempo del viaje


Harriman estaba cansado de ser lanzado de un lado a otro como una pelota de squash, sentía que había perdido control de su vida desde que había dejado el Enterprise en la estación Marte y no sabía bien el por qué. Estaba recostado en la cama que muy amablemente habían preparado los Picard para él pero el sueño le rehuía, demasiadas cosas rondaban por su cabeza como para conciliar el sueño. Había decidido que debían quedarse en el chateau aquella noche, sentía que no podía dejar a los Picard solos, como si fueran su responsabilidad, como si alguien le hubiera asignado la labor de custodio tras la partida del extraño hombre de negro.

¿Y si Pierre tenía razón?, ¿Podría ser que estuvieran en medio de una predicción?, no lo creía, pero lo horrible era que no podía estar seguro, su propio instinto le sugería que algo no estaba bien. Cansado de dar vueltas en la cama se paró en la ventana para ver la trinidad estelar que había predicho el libro de Pierre. Ahí, en el cielo estrellado estaban las tres estrellas ascendiendo lentamente con la estrella mortecina en su centro que casi no podía verse. Mientras miraba esa estrella se dio cuenta de algo que había pasado por alto completamente, ¿Cómo podía haber sido tan ciego?

Salió precipitadamente de la habitación y tocó con la máxima cautela de la que fue posible la puerta de Pierre Miranda. Su primer llamado no fue respondido así que insistió, finalmente escuchó unos pasos titubeantes en la oscuridad y tras confirmar su identidad la puerta se abrió.

- Señor Miranda, necesito ver su libro.
- Por supuesto Capitán, siga usted.

Solo al entrar se dio cuenta que la señora Miranda también estaba en la habitación y con torpeza se disculpó por su indiscreción mientras Pierre le alcanzaba el libro que había puesto en su mesita de noche.

- Señor Miranda, ¿dónde fue editado este libro?
Lamentablemente es un dato que no poseo capitán, ni ese ni su autor. Al parecer este libro es muy antiguo y no se conserva dicha información.
Creo que eso es muy conveniente, sin embargo este libro solo tiene sentido en un planeta de la galaxia, eso quiere decir que fue editado en La Tierra, o bien que quien lo escribió conocía el cielo de este planeta. ¿Esas diez historias donde ocurren?
Pues en varios sistemas estelares capitán – Pierre pensó un poco antes de continuar – Calondia, Véloz, Bre’el y Juhraya, sistemas lejanos del núcleo federal.

Harriman supo entonces lo que debía hacer, ya había sido suficiente tiempo de estar en un solo lugar, él no era un oficial de tierra, era un oficial del espacio y sabía que estaba fuera de su elemento, eso era lo que sentía extraño, sin la computadora del Enterprise estaba ciego, sordo y mudo. Con el libro en la mano supo que no había ni un minuto que perder, debían regresar a la nave cuanto antes, un capitán sin su tripulación era un ente incompleto y parecía haberlo olvidado momentáneamente.

- Pierre, ¿Quiere dar un paseo conmigo?

Pierre parecía confundido, su mirada se posaba indecisa en los ojos del capitán como si no entendiera.

- Estas no son horas de ir a ningún lado capitán.
Vaya que sí lo son, es hora de ir a buscar su estrella pálida, y creo que se cómo puede encontrarse, pero no podremos hacerlo aquí.

Inconscientemente había alzado la voz y había despertado a Marla quien se aproximaba con suma cautela.

- John, perdón, quiero decir, Capitán – se interrumpió algo apenada con los cachetes de un rosa encarnado que le daban un aire angelical - ¿Qué va a pasar con los Picard? No podemos saber si van a volver a atacarlos.

Harriman había girado al escuchar a Marla, sus ojos se habían encontrado justo cuando ella se disculpaba por la confianza excesiva, sin embargo en sus ojos no se dibujaba ni una sombra de enojo, su corazón saltó en su pecho al percibirla sin que pudiera hacer nada para evitarlo, sintió como su cara se ponía roja y como se le aceleraba el pulso.

- Creo que tendremos que tú y yo – titubeo - es decir, nosotros – hizo un gesto abarcando a todos los presentes - tendremos que llevárnoslos

Unos minutos más tarde estaban todos reunidos en la sala una vez más con caras adormiladas. Al escuchar la propuesta del Capitán Maurice se había mostrado muy reticente.

- Lo siento, ningún Picard ha salido del sistema solar jamás y no pienso ser el primero, Yvette díselos.

La señora Picard guardaba respetuoso silencio pero no confirmaba la idea de su marido, parecía que algo le mortificaba profundamente, como si se debatiera en su interior entre dos fuerzas superiores a sí misma.

- Mire capitán, de verdad le agradezco toda su ayuda pero creo que hasta aquí vamos a llegar, todo esto es muy raro pero confío en que su oportuna intervención ha sido suficiente para solventar este problema.
Maurice, no es momento de tus obstinaciones, en realidad no sabemos si corren peligro
Pierre, mírame, soy un fabricante de vinos, no voy a cambiar la historia, lo peor que puede pasarme es que no logre sacar mi siguiente cosecha adelante, uno o dos amantes del vino se resentirían pero ninguno va a venir a matarme.

La acalorada discusión seguía entre los hombres hasta que se escuchó la aguda pero calmada voz de Yvette Picard.

- Yo realmente no soy una Picard, de modo que si yo salgo del planeta tu regla no se rompería, además creo que es a mi quien buscaban – metió la mano en su bolsillo y apretó algo con tanta fuerza que se percibió la tensión en su brazo – Sin embargo aún tengo una duda.

Se acercó al capitán y tomó una de sus manos.

- John, hace tiempo que siento que algo me falta. Maurice me ha dado una vida feliz, tenemos a Robert que es lo más hermoso que nos ha pasado. Vivimos una vida plena y calmada llena de paz y armonía, una existencia cuya felicidad solo se ve empañada por…
Yvette, no es necesario, superaremos eso juntos.
¡No! Quiero terminar. Capitán, hace un par de años, cuando era Robert muy pequeño creí que iba a morir, tuve un raro síndrome que me llevo a la cama durante un par de meses. Durante ese tiempo mi conciencia iba y venía irregularmente hasta el punto de que no lograba saber cuándo estaba soñando y cuando estaba despierta. Me vi a mí misma sosteniendo un bebe mientras Maurice y Robert me veían desde la ventana de un hospital – su voz se quebró – ¡era un bebe hermoso!, al despertar ese recuerdo era tan vívido que me costaba creer que no existía ese niño, incluso pregunté por el en los lapsos de conciencia que tuve, cuando finalmente me recuperé le hable a Maurice de mis sueños y del deseo que tenía de que fuera realidad, intentamos sin éxito concebir y finalmente hace un año me dijeron que la enfermedad había destruido mis óvulos y con ellos cualquier esperanza de ver nacer ese niño.

Los sollozos de Yvette Picard llenaron la habitación mientras Maurice la abrazaba con fuerza, un poco más allá Rene, compungida, se recostaba en el pecho de Pierre mientras Oroth y Marla se tomaban de la mano en silencio.

- Yvy, ya sabes que fue un sueño, ha sido una perdida muy grande y es comprensible que estés tan triste, pero que tiene que ver eso con las locuras que hemos pasado desde ayer.

Casi histérica se separó de su marido y lo encaró.

- No lo entiendes Maurice, ¿y si el tiempo de la concepción del que hablan es el tiempo de MI CONCEPCION?

Un pesado silencio lleno la sala.

                                                            *****
Cinco figuras esbeltas se encontraron alrededor de una fuente en medio de la noche.

- Harriman ha descubierto la clave
- Es posible que la mujer humana sea débil.
- Si es así, debemos confiar en la fortaleza de Harriman.
- Pones mucha fe en un humano.
- Quizá, pero no tenemos otra opción

Los cinco giraron al tiempo como en una silenciosa coreografía y justo cuando sus rostros iban a revelarse un destello cruzo la escena.





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