Llevaban 12 días en el espacio. Había costado
algunos favores pero finalmente Harriman había conseguido que el Enterprise
estuviera listo antes de tiempo, habían limpiado las cubiertas, repararon una
abolladura del casco que llevaba allí desde los tiempos de Demora Sulu,
cambiaron la silla del capitán, cosa que personalmente no le gustaba en
absoluto, habían dejado la nave lista para el servicio y según el informe que
le habían enviado mejoraron la matriz de reconversión de dilitio y le pusieron
algunos juguetes nuevos, que por suerte esta vez no llegarían el martes.
Habían tenido un viaje sin contratiempos, la
nave funcionaba como un reloj y la tripulación se sentía cómoda bajo el mando
de Harriman que había recuperado su seguridad y dominio, allí él era el dueño
de la situación, sus jefes de departamento mantenían sus áreas en operación sin
que él tuviera que inquietarse y los reportes llegaban a su consola con la
precisión de un reloj. Tras haber visitado la armería para comprobar que las
nuevas armas eran las más eficientes de la flota se dirigió al puente, según
los análisis adelantados en ciencias el sol con poco brillo no estaba
identificado en ninguna carta astronómica que conocieran, esto era muy extraño
dado que pesar de nunca haberlo visitado era una estrella claramente
identificable en el cielo, así no fuera el cielo de la tierra, el planeta no
estaba en las cartas de ninguna de las potencias aliadas a la federación,
simplemente era como si no existiera. La teniente Miranda había calculado la posición
más probable del planeta y según los estimados les faltaban aun dos días de
viaje para llegar al punto exacto donde iniciarían las pesquisas. Pensar en
Marla le hizo ensombrecer, durante un par de días había disfrutado de su
compañía como nada más que dos seres humanos, sin el peso de las insignias, sin
las obligaciones establecidas por el rango, sin la responsabilidad de saber que
su vida y la de toda la tripulación estaba en sus manos, casi deseo no ser
capitán para poder simplemente hablarle a Marla como le hubiera hablado
cualquier hombre, deseo poder decirle que su sonrisa era como un collar de
perlas y que el sonido de su risa le parecía el más hermoso que podría escuchar
un ser humano, como si ella fuera una sirena y el un simple marinero que gustoso
daría su vida por oírla cada día hasta que simplemente sus sentidos se apagaran
y aun así se apagarían dejando una sonrisa en sus labios por haber podido
cumplir el más anhelado deseo de cualquier mortal, compartir la felicidad con
una diosa. Sacudió la cabeza con fuerza como tratando de eliminar de un golpe
todos sus pensamientos, pero no logro hacerlo del todo, para cuando el turbo
ascensor se abrió en el puente su compostura había vuelto al menos en
apariencia y pudo entrar con paso decidido.
- Reporte
-Todo en orden capitán, la nave funciona dentro de
parámetros normales.
Harriman asintió y se dirigió a la estación de
ingeniería sin un motivo en concreto, solía pasear por el puente en ocasiones
como esta. Ingeniería estaba en orden, los motores ronroneaban a warp 8.5 desde
que salieron del sistema solar, realmente los reconversores de dilitio eran en
realidad una joya, tendría que asegurarse de ponerlo en su reporte de
ingeniería mensual. Caminó hasta su silla y se sentó en ella con la mirada fija
en la pantalla que mostraba líneas que se alargaban mientras la nave avanzaba
rumbo a su desconocido destino, era una imagen hipnótica que nunca se cansaba
de ver. La puerta del turbo ascensor se abrió. El capitán se giró para ver al recién
llegado y se sorprendió al ver a Yvette Picard en la puerta, iba sola y parecía
muy preocupada, tímidamente se acercó a Harriman.
- Capitán, hay algo que me inquieta.
- ¿Cómo puedo ayudarle señora Picard?
- En realidad, no lo sé, pero usted podría ayudarme a
averiguarlo.
Abrió la mano para dejarle ver el cristal que le
habían entregado en La tierra, Harriman lo recordaba más opaco, ahora parecía
refulgir con luz propia.
- En un principio dudaba, pero ahora estoy segura, el
cristal ha desarrollado un brillo más fuerte.
- Puedo verlo, en realidad es extraño.
- Pero eso no es todo, hay algo más, el cristal –
dudo un momento – no sé cómo decirlo, simplemente Maurice no ha podido tocarlo,
cuando decidí que era más brillante intentó tocarlo pero simplemente no pudo
acercar su mano a él lo suficiente, como si algo lo detuviera cada vez, sin
embargo yo puedo tocarlo sin ningún problema.
- ¿Puedo intentarlo yo?
- Si capitán, por supuesto.
Harriman aproximó su mano lentamente a la mano de
Yvette esperando que de alguna manera se diera cuenta de que el cristal en
realidad lo repelía pero no sintió nada, sus dedos se aproximaban
inexorablemente al borde del pequeño cristal y mientras lo hacía percibía un
intenso brillo azul que salía de él. Llegó un momento en que estuvo tan cerca
que creyó haber tocado el cristal pero cuando levantó la vista el puente del
Enterprise había cambiado, ya no estaban sus oficiales, estaba solo en el
puente, absolutamente solo.
Se levantó de la silla con sorpresa y dio una
vuelta en redondo buscando a sus oficiales, pero ninguno estaba, sin embargo
todo estaba igual, incluida la pantalla donde se veían aun las líneas que se
alargaban mientras la nave avanzaba, no, un momento, no era exactamente igual.
En el centro de la pantalla se veía un punto de luz muy tenue que no se movía,
siempre estaba en el centro. Dio un paso hacia la consola del navegante y
sintió una voz.
- John Harriman, Capitán del Enterprise.
Asustado se giró pero no vio a nadie, la voz
continuó.
- El dueño de la mayor deshonra de la federación, el
hombre que desea lavar sus errores, el aspirante más joven a presidente de la
federación, el político, el diplomático, el héroe que no puede vivir en paz,
diez años su conciencia lo ha torturado por una muerte que jamás fue su culpa,
diez años para expiar un pecado que no cometió.
Súbitamente el puente se llenó de oficiales, los
conocía a todos, todos eran sus hombres, mucho más jóvenes pero eran sus hombres,
casi se cae de espaldas cuando reconoció a su timonel. Demora Sulu estaba
sentada en la consola del timón viéndolo y sonriendo.
- Capitán, siempre puede cambiar de rumbo. Mire.
Demora presionó algunos botones y la nave se
detuvo, poco a poco las líneas se convirtieron en puntos pero aun en el centro
se encontraba la pálida estrella.
- Este no es su viaje, esta no es su guerra. Su
guerra está aquí.
Horrorizado vio como Demora tocaba su pecho, como
si simplemente hubiera aparecido a su lado y ahora veía su silla vacía.
- No es el viaje lo que importa, ni es el destino, el
destino es invariable, la grandeza no elude a los hombres pequeños, simplemente
los hombres pequeños le rehúyen a la grandeza. ¿Eres un hombre pequeño John?
Vio en la consola de ciencias a Marla Miranda
viéndolo con sumo interés, como si nunca hubiese reparado en su cara.
- ¿Eres un hombre pequeño John Harriman?
Esa no era la voz de Marla Miranda, era la voz de
Yvette Picard. Yvette estaba de pie en la puerta del turboascensor y sabía que
eso no podía ser, Marla y Demora nunca habían servido juntas en la nave. Se dio
cuenta que todos sus hombres lo veían fijamente desde sus puestos y escucho sus
voces en coro preguntándole si era un hombre pequeño, pero esas no eran sus
voces, ese coro tenía algo que no era normal, ese coro no tenía ninguna
emoción, ese coro era un coro sin alma que ante sus ojos se volvió de un verde
brillante mientras las luces del puente se apagaban lentamente para dejar solo
sus ojos verdes mirándolo fijamente mientras escuchaba la carcajada de Marla
Miranda en sus oídos.
Se levantó de la silla aterrado y todo había vuelto
a la normalidad, Yvette Picard lo miraba desconcertada aun con el cristal en su
mano pero este ya no tenía el brillo azulado.
- ¿Qué pasa Capitán?
Giraba a un lado y otro comprobando que sus oficiales
estaban allí, se acercó con furia al timón y giro del hombro a su timonel para
comprobar que no era Demora Sulu, el timonel lo veía con sorpresa. En la
estación de ciencias no estaba Marla Miranda. Que había sido esto, ¿Un sueño?,
¿Había perdido la cordura?
Tomo el cristal de la mano de la señora Picard y
este no puso ninguna resistencia, lo tiró al suelo, no sabía por qué lo hacía
pero sabía que debía hacerlo y con un sólido golpe del tacón lo aplastó. El
cristal hizo un sonido indescriptiblemente fuerte para su tamaño y una nube
azul sin forma salió de él y dio una vuelta en el puente como reconociéndolos a
todos. Se detuvo ante Harriman brevemente y continúo su camino atravesando la
puerta cerrada del turboascensor como si no hubiera nada allí.
Continuara...
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