Sentados en la sala de Los Picard la dulce y agradecida Yvette le aplicaba hielo en los golpes al capitán mientras Maurice tranquilizaba a Robert y Pierre sorbía con el pulso aun temblando una copa de vino tinto generosamente obtenida de una botella cercana que con mucha seguridad había sido abierta sin autorización de su dueño.
El hombre de negro estaba afuera asegurando el perímetro, Harriman no creía que estuviera solo, aunque el perímetro no era muy grande siempre necesitaría algo de apoyo. No identificó en su uniforme ninguna señal de la Federación, pero el extraño era humano, lamentó no haber traído a Marla, ella era oficial, podría haberle ayudado, aunque quien iba a pensar que iban a atacarlos, no estaban en guerra, no había estado de sitio, no estaban en medio de importantes negociaciones, excluyendo las de Pierre y Maurice, de modo que ¿quién podría querer atacarlo?, porque estaba seguro que no iban tras sus anfitriones, esa última frase disparó algo en su mente, ¿realmente era tras el que iban?, ¿podría ser que Pierre estuviera adelantando algún trabajo que debiera ser silenciado?,¿Podría ser que el encantador chateau fuera una fachada de inteligencia?. El dolor lo trajo de vuelta a la realidad. Yvette había tocado un punto especialmente golpeado en su quijada y se echó atrás instintivamente para evitarlo.
- Lo siento John, seré más cuidadosa – la temblorosa mano de la mujer se retiró, él sonrió quitando la toalla con hielo de su mano.
- No se preocupe señora Picard, agradezco su amabilidad.
- Siento no tener nada para curar sus heridas, no acostumbramos a tener este tipo de incidentes en casa – una pálida sonrisa le ilumino el rostro – Lo nuestro es el vino.
Los fuertes pasos del extraño se escucharon en la puerta que se abrió de par en par.
- Bien Capitán, puede estar tranquilo, creo que no tendremos más visitas hoy. Esperábamos este ataque, pero no contábamos con que usted estaría en el momento y en el lugar equivocado.
Las últimas palabras confundieron a Harriman, estas vacaciones no planeadas podrían haber sido un gran acierto, probablemente obligaron a sus perseguidores a cambiar un plan bien trazado y ese error le había permitido salir casi ileso del atentado.
- Explíquese por favor – la voz del capitán sonó ronca pero sin ningún dejo de temor, sabía que no estaba en control de la situación pero no iba a permitir que eso lo amedrentara.
La sonora carcajada del extraño casi ofendió a Harriman quien se puso en pie con lentitud.
- ¡Ya capitán!, siéntese por favor. Claro que le voy a explicar. Es obvio que no entiende nada.
- ¿Por qué me vigilaban? ¿Cómo sabían que iban a atacarme? Yo mismo no sabía que vendría aquí hace 3 horas, es imposible que esto estuviera planeado.
- ¡Capitán! – La sonrisa del hombre se borró de su cara – ¡Qué especie tan egocéntrica son los humanos! No, no estábamos vigilándolo a usted, los vigilábamos a ellos – señalo a los tres miembros de la familia – Usted estaba donde no debía estar, no tengo idea de donde salió ni de por qué recibimos su inesperada ayuda, pero el ataque que esperábamos era hacia ellos.
Por primera vez Harriman pudo notar las manchas que cubrían la parte lateral de la cabeza de su interlocutor, no era humano después de todo.
- Y ellos tampoco sabían que los observábamos – agregó el hombre sórdidamente - parece que a las personas que nos contrataron para vigilarlos les interesaba mucho que no supieran nada hasta después del ataque.
- ¿Y por qué nos observaban? – Maurice Picard se había acercado silenciosamente
- No hacemos preguntas señor Picard, nos contratan, cumplimos y cobramos, eso es todo –
Agitó la cabeza como si le algo le molestara – Y nuestro pago iba hasta este momento. Nuestra tarea final era asegurar el perímetro y partir.
Un pesado silencio se hizo en la sala como si una gruesa cortina aislara todo sonido alrededor, solo las pesadas respiraciones de los asustados comensales y de su invitado se escuchaban, Harriman por su parte se sentía muy confundido. Alguien había contratado a esta gente, porque ahora estaba seguro de que eran varios ya que el hombre hablaba en plural, para cuidar el chateau, sabían que iba a haber un ataque y su función era prevenirlo, pero nada más, una vez hubieran cumplido se marcharían. ¿Y si había más ataques?, ¿Qué buscaban los agresores?, lo único cierto es que no podía irse sin saber que pasaba.
- ¿Cuál es su nombre? – pregunto en dirección a su inesperado protector
- Jamal – contesto lacónicamente el hombre.
- ¿Quién lo contrató?
- No suelo pedir mucha información, soy un mercenario, y uno bueno, mi precio incluye no hacer preguntas.
- ¿Dónde fue contratado? – Harriman buscaba desesperadamente una pista de la que asirse
- Cerca de Tarkalea XII, esa es la última respuesta que puedo darle Capitán, hasta eso estaba previsto.
- ¡Entonces quiero contratarlos!, así tendrán que responder mis preguntas – gritó Harriman con frustración
- No Capitán, nos advirtieron que eso podría pasar. Pedimos una bonificación especial para no dejarnos tentar. – Se paró con orgullo – Existe el honor entre mercenarios, espero que lo entienda.
El hombre se aproximó a Yvette Picard y extendió la mano cerrada haciendo un ademan de entregarle algo. Ella temerosa extendió su mano, una brillante gota de un mineral cristalizado con brillos nacarados callo en su palma, Harriman podría haber jurado que caía con más lentitud de la que la gravedad permitía, pero el trayecto fue muy corto para confirmarlo.
- Señora Picard, ese fue mi último encargo, dijeron que solo usted podría recibirlo.
Con gesto marcial inclinó su cabeza en señal de despedida y presiono algo en su brazo mientras desaparecía en un haz de transporte.
*****
En una sala oscura, seis figuras se veían recortadas por el brillo de una pantalla.
- La primera Fase está completa, Harriman ha llegado al momento cumbre.
- ¿Y si falla?
- No fallará. – Su voz mostraba una profunda preocupación - No puede.
Continuara...
Prologo, Capitulo 1, Capitulo 2, Capitulo 3, Capitulo 4, Capitulo 5, Capitulo 6.
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